Son las tres de la mañana, y acá estoy, escribiendo en mi humilde blog. Hace un calor terriblemente espantoso, demasiado incómodo para dormir. Por eso estoy acá a esta hora, porque de lo contario estaría dando vueltas en mi cama sin poder conciliar el sueño. O quizás el calor sea la excusa que ando buscando, quizás esté despierta porque me dijiste que me ibas a llamar. Y no lo hiciste. Y sinceramente, no lo vas a hacer a las tres de la madrugada.
El calor no me deja pensar con claridad. Me siento cansada, y no soporto el calor que desprende el ordenador portátil. Y tampoco soporto sentir a mi gata peluda sobre mis pies, dandome más calor. Pero la quiero y la miro y está tan estirada como puede... la pobre esta muerta de calor también.
En fin, que no sé de lo que hablo ya.
Saben, tengo la sensación de que si me tiraran ahora mismo a un charco de agua helada saldría humo de mí. Sí, no exagero, el calor es increíble.
Me voy a dormir ya. O mejor dicho, a dar vueltas en la cama hasta las cinco de la mañana.
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