Y yo sólo quería que me llamaras al día siguiente. O quizás algún mensajito, algo que me dijera "he pensado en ti"... "ha significado algo para mí". Pero nada. ¿Sabes? Cuando nos despedimos enfrente de tu coche, y tú me dijiste "nos estamos hablando" te miré y me tragué las siguientes dos palabras: no desaparezcas.
Mañana es tu cumpleaños... y lo único que se me ocurre desearte es que seas feliz, porque si eres feliz, seguirás manteniendo esa sonrisa que tienes, que da luz en medio de la absoluta oscuridad, que da fuerzas en medio de la absoluta derrota... que consigue sacar(me) sonrisas verdaderas, cuando crees (creo) que has (he) olvidado cómo eran. Sigue conservando esa sonrisa. Sigue conservado tu espíritu infantil, y tu alma llena de ganas de vivir. Sigue siendo tan romántico como eres, por más que las palabras bonitas que digas no vayan para mí. Sigue siendo ese ser tan maravilloso que me has mostrado que eres. En realidad es inútil decirte todo esto, sé que siempre serás increíble. Sé que siempre conseguirás arrebatarme sonrisas. Te deseo lo mejor. Y más todavía, te deseo que consigas lo que realmente quieras.
Y cerrando fuerte los ojos, me digo a mí misma: "ojala que sea yo, ojala que sea yo..."
Te recuerdo jugando con el reloj de arena. Jugabas con él, lo ponías delande de mí y esperabas a que cayera la arena, que cayera y cayera... y luego lo dabas vuelta, ¿recuerdas? y la arena caía, y caía... Y lo que más rabia me daba aquello es que ponías junto el reloj delante de mí, y yo enfurecía porque me impedía ver tu mirada, tu sonrisa traviesa detrás, oculta por un enorme reloj de arena. Ese reloj que no hace más que dejar correr el tiempo, demostrarme que pasan los minutos, los días... sin verte. Y que yo no puedo deterlo. No puedo poner la mano, tomar la arena y soplarla lejos para luego besarte sin más. Estamos separados, y el tiempo trascurre igual. Y yo lo único que quiero hacer es deterlo. Porque no me interesa el tiempo sin ti. Una vez que esté a tu lado, lo dejamos correr... Porque lo vivimos juntos. Pero sino...es solo arena que cae, y que cae... y que no puedo recuperar. Arena que se va sin el sabor de tus besos, sin el brillo de tus ojos...
» Cada palabra que leerán aquí sale de mi corazón. El sentimiento que intento transmitir en ellos... salen de mis experiencias. Soy de las que piensa que con el corazón roto es cuando mejor se escribre... y mi corazón ha sufrido mucho, y no sólo por amor. No quiero quedar tampoco como pesimista, es más, lo cierto es que lo detesto, me gusta ser alegre, me gusta disfrutar de la vida. Pero cuando estoy feliz, no me hace falta escribirlo. Este es mi refugio para mis momentos más tristes, más duros, más solos.