Escucho tu voz y entonces me giro. Y te veo, allí estás hablando con alguien a quien no conozco. Fue escuchar tu voz, girarme, verte y olvidar a donde iba y a qué iba. Fue escuchar tu voz y clavar mis pies, para que no puedan avanzar más, para estar lo suficientemente cerca para ver que realmente existes y no te inventado. Y siento que no quiero avanzar nunca más. Y siento que siempre me quiero quedar allí, mirándote como una tonta, escuchándote a lo lejos... aunque tú ni te des cuenta.
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