viernes, 12 de septiembre de 2008

Parte III


Hoy, después de un tiempo, volví a ver al verdulero (como no, como buena hija estaba haciendo las compras con mi madre). Ella siempre me manda a mí a pesar, ya que le divierte que el chico me mire. Yo, la verdad, no pongo mucha resistencia en negarme.

Estaba con otro compañero de trabajo, mayor, de unos 30 años, mientras él tendría 18 ó 19. Este le explicaba como cambiar un rollo de tinta o que sé yo, y él se reía y me sonreía. No sé cómo explicar lo que sucedía... pero yo también sonreia. Le sonreia.
Luego de pesar mis verduras (y devolvermelas con una gran sonrisa), me devolvió la última bolsa de fruta y rozó mi mano. Pensé que ni se había dado cuenta de ello.
Me dio las gracias con algo de tmidez y cuando estaba a punto de irme me dijo "Tienes las manos frías, eh?" con una sonrisa angelical. Yo le devolví la sonrisa y me marché.
Me decepcionaré mucho cuando, algún día, vaya al Carrefour y él no esté.Pero no siento nada por él, es solo... No sabría explicarlo.No se explicar muchas cosas últimamente. Quizá sea porque no me molesto en buscar respuestas.




Continúo feliz. Y escribiendo a las 4:40 de la mañana.
Escribo esto porque simplemente me hizo feliz que él me hablara, que se dirijiera a mí. Lo cierto esque tampoco me dijo nada dulce, ni romántico, ni picante. Pero el tener las manos frías es muy propio de mí, y me hizo sonreír. Sus manos eran mucho más cálidas que las mías... pero realmente no es muy difícil ya que parece que tengo manos de muerto, siempre frías. Inclusive en verano.

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